(pRIMERA PARTE)
Con el título “Gays toman las calles para exigir respeto” el 29 de junio de 2008, El Siglo de Torreón registró en sus páginas la primera marcha por el Día Internacional del Orgullo Gay en el centro histórico de la ciudad. El contingente tomó la ruta de la Alameda Zaragoza hacia la Plazuela Juárez, hoy parte de la Plaza Mayor.
Con esa acción, la comunidad LGBT+ celebró que el 28 de junio de 2005 se había retirado el artículo 75 del reglamento de Salud Municipal que prohibía a los homosexuales vestirse de mujer y dar muestras de afecto en público.
La Opinión, en contraste, encabezó el hecho: “Marcha gay, sin incidencias”. Con independencia de si fueron 80 o 200 participantes, como consignaron los diarios, el movimiento tuvo un trasfondo más importante aún que la derogación de un artículo de la ley municipal y el movimiento surgió después de que Torreón experimentará hechos de homofobia cometidos por la policía preventiva bajo el argumento de inhibir la prostitución homosexual.
EL PARTEAGUAS QUE VISIBILIZA A LA COMUNIDAD LGBT+
El historiador Carlos Castañón Cuadros relata que la discriminación hacia la comunidad LGBT+ en Torreón se puede situar en el siglo XX, cuando las prácticas de la sociedad eran de rechazo hacia las diferencias que “no embonan en la categoría de hombre o mujer”, por lo tanto, la homosexualidad era considerada anormal. Así y durante mucho tiempo las minorías sexuales se escondían o se encerraban por temor.
“A finales de los años ochenta ya había una manifestación muy interesante porque claramente vemos que el tiempo se rompe con la hegemonía heterosexual en términos prácticos, no de ideología, ni en defensa de un grupo”, detalla Castañón Cuadros.
Lo anterior, en referencia a la demanda de hombres que buscaban pagar o consumir sexo con personas de su mismo género, al punto tal que la entonces “zona de tolerancia”, que estuvo ubicada en la colonia Maclovio Herrera como área permitida para la prostitución desde 1950 y que llegó a ser llamada como La ciudad del pecado, en la década referida y de acuerdo a registros, el 80 por ciento de los hombres que ejercían esta labor eran etiquetados como travestis.
Al verse rebasada la oferta masculina con respecto a las prostitución femenina, los policías municipales molestaban, golpeaban y detenían a todos los homosexuales que se vestían de mujer.
“Incluso hasta los exhibían, los ponían a barrer calles. La prensa publicaba abiertamente sus fotografías, con títulos como: hubo una riña de homosexuales y fueron detenidos, pero acompañadas de palabras que se utilizaban en aquella época como cinturitas, afeminados. Decir homosexual era como un tabú, era más recurrente decir joto”, puntualiza el historiador.
Castañón dice que estas manifestaciones de intolerancia se terminaron reflejando en los reglamentos municipales.
Así el 30 de julio de 1992, el Cabildo encabezado por el alcalde Carlos Román Cepeda González, aprobó la creación de la Dirección de Salud Municipal y Asistencia Social Municipal, que tenía entre sus 12 lineamientos “combatir la prostitución masculina”.
Para cumplir con el propósito de inhibir esta práctica, las autoridades detenían a las personas que se prostituían o las golpeaban.
Previo a este escenario, el 30 de enero de 1991, la administración de Carlos Román Cepeda eliminó la zona de tolerancia.
Ubicada a pocos metros de uno de los accesos viales que comunican aún al municipio con ciudades duranguenses, era aún entonces común escuchar “Éntrale a Torreón bailando”, debido a que hasta por curiosidad los turistas acudían para ver el floclor de la zona que, no obstante, sí tenía claroscuros y al momento de su clausura un censo contabilizó a casi un centenar de niños y adolescentes ejerciendo prostitución.
Años después, el 15 de julio de 1999, en la primer administración que presidió Jorge Zermeño Infante, se publicó en la Gaceta Municipal el Reglamento de Salud y Asistencia Social, en el que dedica un capítulo completo a la prostitución, con una serie de artículos considerados discriminatorios.
Tal es el caso del artículo 75 que hacía referencia a la prostitución homosexual como una acción directamente proporcional a la tasa de incidencia del Síndrome de Inmuno Deficiencia Adquirida (SIDA).
Ante dicho argumento, el ayuntamiento determinó como motivo de detención por los inspectores, a aquellos hombres se encontraran en vía pública vestidos o maquillados de mujer.
“Tranquilamente, a lo largo de dos décadas, tienes una serie de manifestaciones violentas por parte del gobierno y de las instituciones públicas contra la comunidad homosexual”, refiere Carlos Castañón.
Con el título “Enfermos de SIDA ejercen la prostitución en Torreón”, en enero de 2003, la directora de Salud Municipal, Sultane Giacomán, dentro de la gestión del alcalde Guillermo Anaya Llamas, informó a un diario local que se habían detectado a cuatro hombres que ejercían la prostitución homosexual, tres de ellos reincidentes, lo que daba cuenta de que “había hombres que ofrecían su cuerpo, aun cuando estaba prohibido”.
En la nota publicada por El Siglo de Torreón , se consignó que el 11 de enero de ese año, la Dirección de Seguridad Pública Municipal detuvo a un grupo de homosexuales en la vía pública que vestían como mujeres. A estas personas les tomaron muestras de sangre y a las pocas horas fueron puestas en libertad porque pagaron 100 pesos de multa.
Las medidas de apremio se salieron de control y creció la intolerancia, lo que provocó que el 21 de enero de 2003, un grupo de prostitutas y homosexuales realizaran una manifestación en la antigua presidencia municipal, que se ubicaba sobre la calle Matamoros, por lo que la sala de Cabildo se convirtió en un table dance.
Pese a esta acción, a finales de ese mismo mes, las autoridades detuvieron a diez homosexuales que se prostituían en la vía pública y que, al parecer, después de aplicarles los exámenes sanitarios, se determinó que cuatro estaban enfermos de sífilis.
La medidas de presión social continuaron y el 23 de marzo de 2003 un grupo de afectados por las acciones de la autoridad tomaron las calles para exigir el respeto a sus derechos. En esta escena aparecieron las voces de otras representaciones de la comunidad, entre ellas la de Lorena Charles.
Destacó igual la manifestación del 27 de junio del mismo año en la que un grupo de hombres acudieron a la alcaldía con pancartas, maquillados y vestidos de mujer, exigiendo una reunión con el alcalde.
Al final el 28 de junio pero del año 2005, en los últimos meses de la administración de Guillermo Anaya, se retiraron todos los artículos municipales que eran violatorios a los derechos humanos. Pero Carlos Castañón considera que en Torreón, aún persiste la intolerancia hacia la comunidad LGBT “pero se tiene que aguantar” pues aunque haya quien no esté de acuerdo, existe un entramado legal e institucional a escala internacional y local que sirve como medida de contención.
SIN IMPARTICIÓN DE JUSTICIA POR CRÍMENES DE ODIO
Pese a estos cambios, la reparación del daño para quienes fueron torturados o lastimados por sus preferencias sexuales aún no se completa en el Torreón del siglo XXI. El comunicador Arturo Junior, creador del proyecto “Charlas Sin Etiquetas”, comparte que, desde niño sabía que era gay, pero por su contexto social y cultural no lo tenía muy claro.
“Me acuerdo que de niño iba al kínder y me llamaban la atención los niños, tengo hermanas mayores que veían películas de princesas y me gustaban y platicaba con ellas”, expresó.
Se reconoció como persona no binaria a partir de que descubrió el mundo del Drag Queen. Entonces se convenció de que “solo soy yo, fluyendo en la sociedad y que da amor a sí mismo y a las demás personas”.
Arturo Junior recuerda que ante el temor social, su familia buscó reorientar sus preferencias y para convencerlo le aseguraban que sólo se encontraba confundido.
“Salí del clóset a los 15 años, a pesar de que mi familia me apoyaba, vengo de un padre muy homofóbico y de una mamá a lo mejor muy desinformada de estos temas y es que era claro, pues justamente crecieron con una cultura machista al igual que muchas familias mexicanas, entonces a mí me daba mucho miedo cuál iba a ser la reacción de mi familia y en especial de mi papá porque yo lo escuchaba expresarse muy mal de las personas gay”.
Al final, sus padres tuvieron que cambiar su forma de pensar, con el apoyo de una terapeuta. Su madre se convirtió en su aliada y ahora avala el discurso de género y de diversidad sexual.
Otra etapa complicada para Arturo fue llegar a la universidad. Al iniciar su formación en Periodismo y Comunicación, se topó con maestros machistas que decían que un periodista debía ser formal, vestir bien y no debe de “jotear a cuadro, porque está mal”, esto último en referencia a los conductores de televisión.
Estos obstáculos impulsaron a Arturo a introducirse en la creación de periodismo con perspectiva de género, por lo que tuvo que acudir a la Ciudad de México a capacitaciones. En abril de 2018, como resultado de su tesis profesional surgió “Charlas Sin Etiquetas”, programa en el que se busca combatir la homofobia y discriminación, mediante la exposición de temas relacionados con la comunidad LGBT+ a través de mesas de diálogos, performance, hasta cuentacuentos.
“Fue una propuesta de mejora que yo realicé debido a que, los resultados que yo obtuve en una encuesta fueron muy alarmantes. Mucha gente normalizaba la violencia y no estaba bien. Por ejemplo, le preguntabas a la sociedad lagunera si podía un homosexual estar dando las noticias frente a una pantalla de televisor y te decían que no, que perdía credibilidad; o las personas que adoptaban niños, es probable que aquel menor se hiciera gay en un futuro, o que lo violen”, refiere el comunicador.
La encuesta reveló también que ser homosexual en Torreón era sinónimo de “violador”, “perdedor”, “promiscuo”, “sumiso”, de ahí la necesidad de concientizar a la sociedad, sobre todo a los sectores de la población que tenían mayor desinformación que eran los mayores de 56 años de edad y los jóvenes de 12 a 18 años de edad.
“Con el paso del tiempo, me he dado cuenta que la comunidad siempre ha normalizado la violencia, siempre. Apenas está tomando una voz, pero lenta. Hemos vivido situaciones muy desagradables, incluso, un insulto en la calle, una mofa en la calle, la normalizamos porque tú dices… eso me toca por ser gay, ¿sabes? Simplemente, el día de ayer venía caminando del gimnasio y me gritaron: puto y yo me reí, pero ¿por qué tendría que ser así?”.
En la primera edición de Charlas Sin Etiquetas, que fue en el Canal de La Perla, le llamó la atención que los guardias del recinto no permitieron el acceso a una pareja que llevaba niños, hasta que él intervino.
Este programa surgió después de pasar los años más difíciles en la Zona Metropolitana de La Laguna en materia de seguridad por la disputa entre los grupos del crimen organizado con la llegada de los Zetas a la región (2007-2012).
Aunque en esa época, no se reportaron ataques a centros nocturnos de convivencia de la comunidad LGBT+, aunque sí se llegó a confundir la matanza del 18 de julio de 2010 en la Quinta Italia Inn con una reunión de homosexuales y lesbianas, (6) Arturo Junior señaló que varios amigos de sus amigos sí fueron víctimas de violencia y de la delincuencia, principalmente en el vecino municipio de Gómez Palacio, pues los asaltaban, a los transexuales les quitaban la peluca, o los golpeaban, entre otras acciones violentas.
CONTINUARÁ